El 9 y 10 de Julio asistí a las IX Jornadas sobre Aprendizaje Cooperativo y II Jornada sobre Innovación Docente celebradas en la Universidad de Almería. En la conferencia inaugural D. Pére Pujolas Maset trató sobre el Desarrollo de Competencias Básicas, y recordé el concepto de Escuela Inclusiva.
A grandes rasgos, la podríamos definir como la escuela que incluye a todos sus miembros sin tener en cuenta cualquier discapacidad que pudiera tener.
En
este enlace se hace referencia a la
Escuela Inclusiva en la
Declaración de Salamanca de 1994 realizada por la
UNESCO. En especial, remarco el siguiente texto:
"Se deberá ayudar a los jóvenes con necesidades educativas especiales a que vivan una correcta transición de la escuela a la vida adulta. Las escuelas deberán ayudarlos a ser económicamente activos e inculcarles las aptitudes necesarias para la vida cotidiana, enseñándoles habilidades funcionales que respondan a las demandas sociales y de comunicación y a las expectativas de la vida adulta."
Debido a los problemas iniciales de adaptación a esta problemática, tal y como se ha comentado en entradas anteriores, para investigar sobre esta enfermedad y cómo le afectaba a nuestro alumno en sus capacidades cognitivas, fuimos desarrollando actividades exclusivas para él. Entonces nos dimos cuenta de que algo no funcionaba bien, y era precisamente esa exclusión que él sentía.
Lo que nos reclamaba en silencio este alumno era una rápida inclusión con el resto de compañeros. Realizar el mismo tipo de actividades, volver a la normalidad a la que estaba acostumbrado. Eso es lo que hicimos, sin saber exactamente qué estaba pasando.
Lo que nos despistó fue que la forma de mostrarse la inclusión - exclusión en este caso era ligeramente diferente, pues cuando se trata de la Escuela o Aula Inclusiva se hace referencia en no apartar a los alumnos y alumnas con algún tipo de discapacidad. Que compartan las mismas aulas, aunque realicen algunas tareas adaptadas, y así se tenga en cuenta la diversidad en el aula.
En nuestro caso, nuestro alumno compartía el mismo aula que los compañeros, se le proponían las mismas tareas, ..., pero el diferente enfoque que pretendíamos al utilizar las cámaras, hacía que se sintiera excluido frente a una realidad que había vivido hasta que apareció la enfermedad.
Así, nos dimos cuenta de que no se trata de que él tome la videocámara o la cámara de fotos, sino que cualquier alumno pueda grabar o fotografiar, cuando cumpla una serie de requisitos como el haber terminado las tareas. Además, cualquier alumno podría realizar la edición de esa información. De esta forma él sin sentirse diferente, estará especialmente motivado a cumplir los requisitos para conseguir el turno de grabación, y mostrarnos como ha hecho en otras ocasiones su talento especial.
